Encontrábame perdida
cielo nublado y un oscuro camino
jugaba con mi cabello el viento frío,
y las hojas secas formaban remolinos
entre sombras, hierbas y árboles caídos
adornadas con humedad y rocío.
Encontrábame llorando
por tu ausencia resentida y el olvido ansiado;
dejábame el viento oír tu voz, lejano,
acariciando tu silueta entre memorias perdidas
besándote los labios, los ojos, sangrando,
extrañándote mil veces, mil vidas llorando.
No dejábame el viento a solas
más bien acompañábame, loca,
entre suspiros invocando a tu alma
sobre un tronco hueco de un árbol, sentada,
murmuraba tu nombre, llorando, a escondidas
que derrumbado sobre lodo, yacía.
Cansada, con los pies de frío amoratados
de caminar en mi bosque maldito, encantado,
con las uñas sucias de tierra, negras,
enterrando tu recuerdo en el pasado
cuando tu corazón tenía y en silencio nos amábamos,
el amor, como el tiempo, se largó volando.
Huyó mi corazón por tu ausencia maldita;
huyó mi corazón, dejándome vacía,
y con tu fantasma, llorando hiel, me encamino
en este bosque muerto y con el viento frío
vagando por las noches, suplico,
que mi recuerdo en tu memoria quede poseído.
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